SUIGÉNERIS: MIS MEMORIAS
Cuando en marzo de 2020 llegó la pandemia, aproveché el tiempo para enclaustrarme a terminar Suigéneris, mis memorias. Diecisiete años después de haber tomado la decisión de retirarme del bullicio de las grandes urbes, son motivo suficiente para que un confinamiento no le hubiera cambiado la vida a nadie. A mí desde luego, no me la cambió, aparte de encontrarme, en esos momentos, en medio de cambios vitales, viviendo temporalmente de vuelta en una pequeña ciudad a las afueras de la mía natal.
Llevaba ocho años «metida en ellas». Como digo en el prólogo del libro «el proceso resultó largo y terapéutico. Comencé escribiendo mis memorias con agilidad y me topé con un gran obstáculo: mis sombras. Lentamente, fui experimentando una poderosa transformación. A lo largo de la vida he aprendido que, en muchas ocasiones, es el propio obstáculo que encontramos en nuestro camino, el Camino en sí».
Escribir un libro de memorias es volver a subir un monte en el que tiempo atrás ya estuviste, pero entonces, eras unas cuantas versiones anteriores de ti misma. Es volver a ver los árboles de antaño más crecidos, todavía más frondosos y ya maduros. Es escuchar a los habitantes de esa montaña por segunda vez, y al fin, llegar a entenderlos e incluso, en muchas ocasiones comprenderlos porque:
«En cada historia hay siempre tres versiones: La tuya, la mía y la verdad. Y ninguna de ellas miente. Los recuerdos compartidos sirven a cada uno de manera diferente» Robert Evans
No podemos alejarnos de la compasión -el amor en acción- si queremos comprender al prójimo verdadera e incondicionalmente. Por lejano o cercano que esté -ese prójimo- de nuestro árbol genealógico, ha vivido una vida única, unas circunstancias personales e intransferibles que han dado como resultado su unicidad.
En los buenos momentos, todos somos estupendos. En los malos momentos, todos somos humanos. Nuestra humanidad es nuestra presencia más perfecta, porque somos perfectamente imperfectos. Una sociedad que se empeña en evitar el más mero sufrimiento es una sociedad débil abocada a la extinción.
Los políticos de hoy en día viven con la obsesión de borrar la filosofía del Mapamundi. Cuando comprender lo que los filósofos nos enseñan es una de las brújulas de nuestra vida.
«Yo soy yo y mis circunstancias, si no las salvo a ellas, no me salvo yo»
Mi vida ha tenido la intensidad con la que yo la emprendí. No ha sido poca. Tomé la decisión de emprender mi propio camino y, siendo inconformista como soy, lo hice como Frank Sinatra: A mi manera.
«Tomar las riendas de tu propia vida, ser tú misma de la cabeza a los pies con todas las consecuencias, significa que en mayor número de ocasiones te vas a caer, fracasarás y te encontrarás totalmente sola, con las rodillas raspadas, la espalda cargada y el trasero dolorido. Querrás llamar a mamá para refugiarte llorando en su pecho, pero mamá no estará allí. Tú volaste libre. Es entonces, cuando todo el tiempo que –tus padres- invirtieron en inculcarte valores y principios, sus exigencias, paciencia, libertad de ser y amor incondicional del que te proveyeron, se convierte en el resorte de tu fuerza, valor y, en muchas ocasiones, salvación».
«Las gaviotas, como es bien sabido, nunca se atascan, nunca se detienen. Detenerse en medio del vuelo es para ellas vergüenza, y es deshonor. Pero Juan Salvador Gaviota, sin avergonzarse, y al extender otra vez sus alas en aquella temblorosa y ardua torsión, (parando, parando, y atascándose de nuevo) no era un pájaro cualquiera. La mayoría de las gaviotas no se molestan en aprender sino las normas de vuelo más elementales: como ir y volver entre playa y comida. Para la mayoría de las gaviotas, no es volar lo que importa, sino comer. Para esta gaviota, sin embargo, no era comer lo que le importaba, sino volar. Más que nada en el mundo, Juan Salvador Gaviota amaba volar». Richard Bach
En mi opinión, al final de nuestras vidas, lo que hayamos hecho con ese guion entre dos fechas, será lo que hayamos logrado.
Por lo tanto, es esencial aprovechar lo efímero del mismo, dentro de un propósito claro y bien definido. Sé que no siempre se obtiene la consciencia o el valor suficientes para concretarlo, y partir con coraje a librar esa «cruzada» con el rigor que debiéramos de exigirnos ante la temporalidad de la vida, pero debemos ponerlo todo de nuestra parte por descubrirlo y llevarlo a cabo.
Como verás entre las páginas de mis memorias, he sido una persona con muy pocos miedos, y una admiradora de la capacidad de la toma de decisiones que nos otorga el libre albedrío. A su vez, a lo largo de mi vida he observado que estos dos ingredientes – el miedo y la toma de decisiones- paralizan a muchas personas, y es por esto por lo que, en su desarrollo, decidí que no solo iba a compartirlo con las generaciones siguientes de mi familia, y lo publiqué.
Esta decisión conllevó cierto pudor por mi parte, pero sobre todas las cosas, guardaba una intención de profunda entrega y contribución para todo aquel al que le pueda servir para algo positivo.
Soy una enamorada de la vida, y me encantaría que tú también te enamores de la tuya si todavía no lo has hecho. Aunque el Camino es arduo en muchas ocasiones, lo podrás ver en mi libro, también merece muchas alegrías. Nunca debemos olvidar que en la próxima esquina podría estar ese sueño que andas buscando. Por consiguiente, te animo a que no cejes en el empeño porque, aunque muchas veces te va a costar esfuerzo, sangre, sudor y lágrimas, somos muchísimo más fuertes de lo que nos podemos imaginar y el premio es magnánimo.
Recuerda que la actitud con la que decidimos engalanarnos cada día es la última de nuestras libertades, y que la mayor empresa de la vida es la adquisición de memorias.
Absolutamente todos lo hacemos lo mejor que sabemos o podemos en cada momento. Así pues, debemos agradecer, bailar, sonreír, perdonar y seguir nuestro Camino sin mirar atrás, como yo lo vengo haciendo.
Te animo a que te adentres en mis aventuras y desventuras porque son la prueba irrefutable que tiene el ser humano de resurgir de sus propias cenizas una y otra vez.
«El fracaso no existe, tan solo es la vida tratando de movernos en otra dirección. Cuando estás ahí abajo, en el agujero, parece un fracaso y está bien sentirse mal un tiempo corto. Date tiempo para lamentar lo que crees que puedes haber perdido, pero la clave es: Aprender de cada error, porque cada experiencia en la que te has encontrado y, muy en particular, tus errores, están ahí para enseñarte y obligarte a ser más de lo que eres; desarrollar una moraleja interna y un GPS emocional que pueda decirte qué camino tomar». Oprah Winfrey
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