Hace un puñado de días, una colega me preguntó: «Mariajo, ultimamente veo que se dice mucho que lo contrario del Amor es el Miedo, ¿Tú qué crees?»  Mi respuesta no se demoró: «No, yo no lo creo, Soledad. Tal y como dijo el gran y admirado Elie Wiesel, – Premio Nobel de la Paz (1986) – :

Lo Contrario del Amor no es el Odio.

Lo Contrario del Amor es la Indiferencia.

Lamentablemente, Elie Wiesel sabía demasiado sobre lo que es la indiferencia. Él, como muchos otros millones de personas, pasaron una eternidad en los Campos de Exterminio Nazi y, para ellos, en aquella Noche Oscura del Alma, día tras día, noche tras noche, detrás de aquel alambre de espino, reinaba el silencio. Allí, sus corazones, sus lamentos, su callada desesperación, comenzaron a convivir con el terror de la indiferencia. La indiferencia de otros seres humanos que parecían haberlos olvidado, que parecían haber desaparecido de la faz de la Tierra al otro lado de esas frías y punzantes vallas.

Sí, definitivamente Amor y Miedo guardan una relación, pero no es antónima. Entre el Amor y el Miedo, la relación es de actitud, porque o bien actuamos desde el Amor o actuamos desde el Miedo. Pero lo contrario al Amor es la Indiferencia. 

Cuánto nos contarían sobre esto aquellas personas desposeidas de un techo. Aquellas personas invisibles a los ojos y corazones de otros seres humanos que, cada mañana van a la carrera a alcanzar sus oficinas, sus objetivos económicos, sus otras miserias humanas.  Porque cuando una persona lo está pasando mal, la escasez económica no es lo peor, lo peor es la indiferencia, la invisibilidad.

Así pues, tal y como te animé en mi mensaje para este nuevo año:

Sé el Arcoiris en las nubes de alguien.

Te deseo que hoy vivas un día de profundo significado.